domingo, 11 de agosto de 2013

La Ruta de Licores y Destilados de la zona Oriente de Morelos

      Es domingo 4 de agosto… después de un sueño largo y profundo de casi doce horas de descanso, nos levantamos emocionados. Hace tanto tiempo que no hacía uno de mis viajes domingueros dentro de mi estado, el estado de Morelos… me resulta inevitable la emoción del momento.
Después del desayuno y con el buen sabor de boca del café de olla, nos dirigimos a la zona oriente, muy cerca de las faldas del volcán Popocatépetl.
     En el camino se deja ver el hermoso paisaje, a lo lejos la majestuosidad de Don Goyo y a bordo de carretera los diferentes cultivos.
      Nuestra primera parada será en Ameyuca, un pequeño poblado en el municipio de Jantetelco donde se encuentra la Destiladora de Agave García, propiedad del Sr. Alejandro García a quien mucho agradecemos, puesto que ha tenido a bien recibirnos en su día de descanso.


     Muy amable nos recibe en la tras tienda. Con la mirada recorremos la larga fila de vitroleros que conservan los licores de frutas que ahí se preparan; guayaba, durazno, piña, café, frambuesa, canela… nos ofrecen para empezar un poco de licor de higo, el sabor sorprende y gusta, pero ha sido el licor de cuatecomate que definitivamente conquista el paladar…” tiene un saborcito como a jarabe para la tos” deliberaba en lo profundo de mis pensamientos;  cuando Don Alejandro nos comenta que en efecto es un fruto que se utiliza con fines medicinales. Es el árbol de tecomate o cuatecomate un árbol endémico de México. En el estado de Morelos se utiliza también para la elaboración de artesanías, ya que su fruto es redondo con una cáscara muy resistente que funciona como jícara, los artesanos del municipio de Amacuzac lo utilizan para la elaboración de maracas.



     Iniciamos el recorrido por el interior de la pequeña destilería. Como primer paso hay que cortar las piñas, que son el corazón de la planta del maguey, estas se deben hornear y de ahí pasarán al aérea de fermentación. El fermento se coloca dentro de un alambique de cobre, donde se calienta y el alcohol de evapora, mismo que al condensarse nuevamente dará origen al destilado de agave. Don Alejandro nos instruye con respecto al alcoholímetro, instrumento que mide el grado de alcohol del destilado. En el estado de Morelos las bebidas deben tener un grado máximo del 35 % de alcohol, por lo tanto es necesario agregar agua al producto final ya que el mezcal obtenido rebasa el 50%.


     Terminamos la visita en el campo, en la parte trasera de la destilería se encuentran los cultivos del agave. Hace más de doce años algunos productores trajeron el agave del pueblo de Tequila en el estado de Jalisco y esta especie se ha aclimatado muy bien en la tierra Morelense, razón por la cual Don Alejandro se dedica al cultivo desde hace siete años.
     El paisaje es hermoso, será tal vez que tengo especial predilección por el paisaje agavero, ese delicado destello azul de la variedad del maguey que da origen al Tequila.

Acto seguido nos llevamos el recuerdo digital... muy sonrientes cual Diosas del Agave Morelense.
Entre piquetes sorpresivos por acercarnos en demasía a los magueyes, rayitos de rol, reímos y convivimos, aprendimos cosas nuevas y disfrutamos el momento.


      Es tan agradable el campo…  el aire huele diferente, las pequeñas flores en el sendero nos hacen sonreír y también nos sorprenden.
      Descubrimos los alaches, pequeñas violetas cuyas hojas forman parte del grupo de quelites que han alimentado a nuestro pueblo desde la época prehispánica.



A lo lejos un gran árbol, es el Amate, y a sus pies el amaranto, cultivo abundante por aquellas regiones.



    Nos comenta Don Alejandro que en su fábrica también destilan caña de azúcar, este destilado es lo que la mayoría conocemos con el nombre de “Ron” sin embargo ellos lo llaman aguardiente y lo comercializan con la marca “Gota de Miel” cuya presentación resulta atractiva por contener un pedazo de caña en su interior.
Es con este destilado, con el que se preparan los licores de frutas. Dentro de los vitroleros colocan la fruta en crudo a la que le añadirán el aguardiente y ahí deberá reposar hasta que esté listo el licor.

     Concluida la visita y con las compras realizadas, nos dirigimos a Zacualpan de Amilpas, lugar que adquirió cierta fama por la fabricación de aguardiente. Lamentablemente de esas destilerías ya no queda ninguna. Nuestro buen amigo Rául Cárdenas el guía en este recorrido nos conduce a una especie de antro campirano.
Es “La Finca” de Don Arturo Sánchez Alcázar quién prepara licores de frutas a los que les llaman “curados”. Desde la entrada, la pequeña casita nos encanta, nos invita a recorrer cada uno de sus rincones, sentarnos en sus sillones...


      Nos invitan a pasar a la terraza donde se nos ofrece una degustación del curado de jamaica, de menta y de café. Mientras contemplamos la hermosa vista al huerto, nos damos a la tarea de disfrutar del delicado sabor de la jamaica, que al mezclarse con el aguardiente me ha hecho recordar la famosa “agua loca” que me han ofrecido en la gran comilona el día de la rosca de reyes, en casa del mayordomo de Tetela del Monte en Cuernavaca.


     Son los licores artesanales de Don Alberto de un sabor más sutil, ¿será tal vez que hay un grado más ligero de alcohol en su elaboración?, no lo sé, y no me atreví a preguntar.
Es Don Alberto hombre prudente, guarda celosamente sus procesos de producción sin embargo nos compartió de buena gana la receta de un cocktail que al parecer es de su invención. Lo hemos llamado “La jamaica de Zacualpan”, mismo que disfruto al momento de escribir estas líneas. De preparación sencilla solo hace falta hielo frappe, ginger ale y curado de jamaica, del que prepara Don Alberto ¡claro esta!. Un sabor muy refrescante…


    Finalizada la degustación hacemos un recorrido por el huerto, lleno de cafetos cuyos frutos usará nuestro anfitrión para la elaboración de su licor. Es el café de Zacualpan de muy buena calidad por la altura sobre el nivel del mar en que está situado este poblado, bien puede considerarse un café de altura. Sin embargo la producción del grano ha disminuido debido a la falta de agua y ahora solo se cultiva para el consumo local. El proceso de tostado se realiza en comal de barro y para la molienda es necesario llevar el grano al molino en día lunes que es el día que lo dedican exclusivamente para la molienda de café.


    Seguimos con la ruta de licores y llegamos a Hueyapan, es el último día de la feria en honor a Santo Domingo de Guzmán.
    Estacionamos el auto y en el camino algún puesto callejero en el que ofrecen, aguacates, nueces por montones y licor de zarazamora, hacemos una parada y el vendedor nos comenta que posee un pequeño huerto de zarzamoras, son como 60 matitas y lo que obtuvo de su cosecha lo transformo en el licor artesanal. Nos explica que la fruta en crudo la dejo reposando con el aguardiente cerca de cinco meses, después elaboró un jarabe de agua con azúcar mismo que dejó enfriar, y al final lo agregó a la fruta que ha reposado, esa mezcla pasó por un colador y rellenó las botellas que están frente a nosotros, mismas que ha tapado con un poco de papel aluminio y plástico amarrándolos con una liga. Un licor casero de muy buen sabor, el sabor de la tierra morelense que nos hemos traído a casa.


Caminamos hasta el zócalo, el lugar lleno de gente, recién inicia el espectáculo, hermosas mujeres van subiendo al estrado con canastas de flores, a lo lejos algunos bailarines se mezclan entre la gente y ofrecen pequeños vasitos de bebida que bien puede ser un poco de mezcal.


    La compra obligada, un hermoso morralito blanco tejido por las manos artesanas de Hueyapan. Ha llegado la tarde, visitamos rápidamente la iglesia del lugar, en el atrio los Voladores de Papantla. En el interior de la capilla, los fieles hacen fila para recibir la bendición. Me llama la atención un collar de panes que le han colocado al santo. Al parecer este pan se repartirá entre los enfermos el próximo año cuando le coloquen un collar nuevo a la imagen.


    Se termina el recorrido y nos dirigimos a Yecapixtla, una buena comilona nos espera.
Mientras nos deleitamos con los taquitos de cecina, la charla resulta de lo más agradable, nuestro nuevo amigo Raúl se ve muy emocionado mientras que mis buenos amigos Ale y Fausto parecen haber disfrutado el recorrido que concluye al despedirnos con un hermoso arcoíris que nos ha regalado el cielo.


Por que la vida... hay que vivirla... Besitooos!!!

Chef Lynda CBalderas











2 comentarios:

  1. Linda! Un placer acompañarte, disfrutar, aprender, saborear, recorrer... En tus letras, recordar es volver a respirarlo! ! GRACIAS!

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  2. Me pareció un excelente viaje en el que aprendieron muchas cosas interesantes. Gracias por compartirlo. Saludos

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