Es
domingo 4 de agosto… después de un sueño largo y profundo de casi doce horas de
descanso, nos levantamos emocionados. Hace tanto tiempo que no hacía uno de mis
viajes domingueros dentro de mi estado, el estado de Morelos… me resulta
inevitable la emoción del momento.
Después
del desayuno y con el buen sabor de boca del café de olla, nos dirigimos a la
zona oriente, muy cerca de las faldas del volcán Popocatépetl.
En
el camino se deja ver el hermoso paisaje, a lo lejos la majestuosidad de Don
Goyo y a bordo de carretera los diferentes cultivos.
Nuestra
primera parada será en Ameyuca, un pequeño poblado en el municipio de Jantetelco
donde se encuentra la Destiladora de Agave García, propiedad del Sr. Alejandro García
a quien mucho agradecemos, puesto que ha tenido a bien recibirnos en su día de
descanso.
Muy
amable nos recibe en la tras tienda. Con la mirada recorremos la larga fila de
vitroleros que conservan los licores de frutas que ahí se preparan; guayaba,
durazno, piña, café, frambuesa, canela… nos ofrecen para empezar un poco de
licor de higo, el sabor sorprende y gusta, pero ha sido el licor de cuatecomate
que definitivamente conquista el paladar…” tiene un saborcito como a jarabe
para la tos” deliberaba en lo profundo de mis pensamientos; cuando Don Alejandro nos comenta que en efecto
es un fruto que se utiliza con fines medicinales. Es el árbol de tecomate o
cuatecomate un árbol endémico de México. En el estado de Morelos se utiliza
también para la elaboración de artesanías, ya que su fruto es redondo con una
cáscara muy resistente que funciona como jícara, los artesanos del municipio de
Amacuzac lo utilizan para la elaboración de maracas.
Iniciamos el recorrido por el interior de la pequeña destilería. Como primer paso hay que cortar las
piñas, que son el corazón de la planta del maguey, estas se deben hornear y de
ahí pasarán al aérea de fermentación. El fermento se coloca dentro de un
alambique de cobre, donde se calienta y el alcohol de evapora, mismo que al
condensarse nuevamente dará origen al destilado de agave. Don Alejandro nos
instruye con respecto al alcoholímetro, instrumento que mide el grado de
alcohol del destilado. En el estado de Morelos las bebidas deben tener un grado
máximo del 35 % de alcohol, por lo tanto es necesario agregar agua al producto
final ya que el mezcal obtenido rebasa el 50%.
Terminamos
la visita en el campo, en la parte trasera de la destilería se encuentran los cultivos
del agave. Hace más de doce años algunos productores trajeron el agave del pueblo de Tequila
en el estado de Jalisco y esta especie se ha aclimatado muy bien en la tierra Morelense,
razón por la cual Don Alejandro se dedica al cultivo desde hace siete años.
El
paisaje es hermoso, será tal vez que tengo especial predilección por el paisaje
agavero, ese delicado destello azul de la variedad del maguey que da origen al
Tequila.
Acto
seguido nos llevamos el recuerdo digital... muy sonrientes cual Diosas del Agave Morelense.
Entre piquetes sorpresivos por acercarnos en demasía a los magueyes, rayitos de rol, reímos y convivimos, aprendimos cosas nuevas y disfrutamos el momento.
Es
tan agradable el campo… el aire huele diferente,
las pequeñas flores en el sendero nos hacen sonreír y también nos sorprenden.
Descubrimos
los alaches, pequeñas violetas cuyas hojas forman parte del grupo de quelites
que han alimentado a nuestro pueblo desde la época prehispánica.
A
lo lejos un gran árbol, es el Amate, y a sus pies el amaranto, cultivo abundante
por aquellas regiones.
Nos
comenta Don Alejandro que en su fábrica también destilan caña de azúcar, este
destilado es lo que la mayoría conocemos con el nombre de “Ron” sin embargo ellos
lo llaman aguardiente y lo comercializan con la marca “Gota de Miel” cuya
presentación resulta atractiva por contener un pedazo de caña en su interior.
Es
con este destilado, con el que se preparan los licores de frutas. Dentro de los
vitroleros colocan la fruta en crudo a la que le añadirán el aguardiente y ahí
deberá reposar hasta que esté listo el licor.
Concluida
la visita y con las compras realizadas, nos dirigimos a Zacualpan de Amilpas,
lugar que adquirió cierta fama por la fabricación de aguardiente. Lamentablemente
de esas destilerías ya no queda ninguna. Nuestro buen amigo Rául Cárdenas el guía
en este recorrido nos conduce a una especie de antro campirano.
Es
“La Finca” de Don Arturo Sánchez Alcázar quién prepara licores de frutas a los
que les llaman “curados”. Desde la entrada, la pequeña casita nos encanta, nos invita a recorrer cada uno de sus rincones, sentarnos en sus sillones...
Nos
invitan a pasar a la terraza donde se nos ofrece una degustación del curado de jamaica,
de menta y de café. Mientras contemplamos la hermosa vista al huerto, nos damos
a la tarea de disfrutar del delicado sabor de la jamaica, que al mezclarse con
el aguardiente me ha hecho recordar la famosa “agua loca” que me han ofrecido
en la gran comilona el día de la rosca de reyes, en casa del mayordomo de
Tetela del Monte en Cuernavaca.
Son
los licores artesanales de Don Alberto de un sabor más sutil, ¿será tal vez que
hay un grado más ligero de alcohol en su elaboración?, no lo sé, y no me atreví
a preguntar.
Es Don Alberto hombre prudente, guarda celosamente sus procesos de producción sin embargo
nos compartió de buena gana la receta de un cocktail que al parecer es de su
invención. Lo hemos llamado “La jamaica de Zacualpan”, mismo que disfruto al
momento de escribir estas líneas. De preparación sencilla solo hace falta hielo
frappe, ginger ale y curado de jamaica, del que prepara Don Alberto ¡claro
esta!. Un sabor muy refrescante…
Finalizada
la degustación hacemos un recorrido por el huerto, lleno de cafetos cuyos frutos
usará nuestro anfitrión para la elaboración de su licor. Es el café de
Zacualpan de muy buena calidad por la altura sobre el nivel del mar en que está
situado este poblado, bien puede considerarse un café de altura. Sin embargo la
producción del grano ha disminuido debido a la falta de agua y ahora solo se cultiva
para el consumo local. El proceso de tostado se realiza en comal de barro y
para la molienda es necesario llevar el grano al molino en día lunes que es el
día que lo dedican exclusivamente para la molienda de café.
Seguimos
con la ruta de licores y llegamos a Hueyapan, es el último día de la feria en
honor a Santo Domingo de Guzmán.
Estacionamos
el auto y en el camino algún puesto callejero en el que ofrecen, aguacates, nueces por
montones y licor de zarazamora, hacemos una parada y el vendedor nos comenta
que posee un pequeño huerto de zarzamoras, son como 60 matitas y lo que obtuvo
de su cosecha lo transformo en el licor artesanal. Nos explica que la fruta en
crudo la dejo reposando con el aguardiente cerca de cinco meses, después elaboró
un jarabe de agua con azúcar mismo que dejó enfriar, y al final lo agregó a la
fruta que ha reposado, esa mezcla pasó por un colador y rellenó las botellas que
están frente a nosotros, mismas que ha tapado con un poco de papel aluminio y
plástico amarrándolos con una liga. Un licor casero de muy buen sabor, el sabor
de la tierra morelense que nos hemos traído a casa.
Caminamos
hasta el zócalo, el lugar lleno de gente, recién inicia el espectáculo,
hermosas mujeres van subiendo al estrado con canastas de flores, a lo lejos
algunos bailarines se mezclan entre la gente y ofrecen pequeños vasitos de bebida que bien
puede ser un poco de mezcal.
La
compra obligada, un hermoso morralito blanco tejido por las manos artesanas de
Hueyapan. Ha llegado la tarde, visitamos rápidamente la iglesia del lugar, en
el atrio los Voladores de Papantla. En el interior de la capilla, los fieles
hacen fila para recibir la bendición. Me llama la atención un collar de panes
que le han colocado al santo. Al parecer este pan se repartirá entre los
enfermos el próximo año cuando le coloquen un collar nuevo a la imagen.
Se
termina el recorrido y nos dirigimos a Yecapixtla, una buena comilona nos
espera.
Mientras nos deleitamos con los taquitos de cecina, la
charla resulta de lo más agradable, nuestro nuevo amigo Raúl se ve muy emocionado mientras que mis buenos amigos Ale y Fausto parecen haber
disfrutado el recorrido que concluye al despedirnos con un hermoso arcoíris que
nos ha regalado el cielo.
Por que la vida... hay que vivirla... Besitooos!!!
Chef Lynda CBalderas
Chef Lynda CBalderas
Linda! Un placer acompañarte, disfrutar, aprender, saborear, recorrer... En tus letras, recordar es volver a respirarlo! ! GRACIAS!
ResponderEliminarMe pareció un excelente viaje en el que aprendieron muchas cosas interesantes. Gracias por compartirlo. Saludos
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